miércoles, 19 de junio de 2013

Vos que sos buena...

Me traslado a Gualeguaychú. Varios años atrás. Cuando ya éramos cinco pero todos más chicos y la preocupación era llegar temprano a la escuela, que papá no se olvide de ir a buscarnos y alguna cosa más seguro relacionada con el fútbol y River.
Épocas en las que íbamos 2 fines de semanas al mes seguro a la casa de la abuela; previos armado de bolsos, gritos de mamá pidiendo colaboraración, el agua del mate que se hierve y papá sentado en el auto quejándose de "cómo tardan..." y la repetida frase: "...vos porque venís y te sentás nomás. Hay que aprontar la ropa de los gurises y las cosas que vamos a llevar" entre otras justificaciones/reclamos.
La hora de salida pactada los viernes a la noche al comunicarse con Gualeguaychú, generalmente eran las 9AM... Lógicamente la salida se producía alrededor de las 10.30 con alguna vuelta a buscar algo olvidado se transformaba en 10.45 o 10.50. Si te olvidabas el cepillo no pasaba nada, allá en Gualeguaychú había un arsenal de todas formas, colores y tamaños, cerda dura y blanda para elegir, y seguramente ya tenías el tuyo propio de alguna vez pasada que ya te habías olvidado de llevar uno. Un ratito a hervir y listo.
Pasábamos el peaje y yo sabía que habia que calcular el doble y un poquito más para llegar. Doblábamos por el acceso Sur, cruzábamos el Gualeyán y me quedaba mirando a los pescadores; nunca pude entender qué los motivaba a estar ahí sentados, hasta días de mucho frío o calor. Yo lo veía extremadamente aburrido.
Entrábamos a la Primera Junta, con las palmeras características, nos frenaban algunos semáforos, o con suerte los enganchábamos en verde y ahí calculaba, después de "Delikatessen", la siguiente a la izquierda y otra vez a la izquierda y ahí estaban las tres en la puerta del zaguán, la abuela, la tía Estela y la tía Rosa.
Es un buen momento para plantear una duda que todavía tengo. Si papá el día anterior les había dicho que salíamos a las 9 y finalmente salimos 2 horas después. ¿Cómo es que estaban ahí cuando doblábamos por Neyra? ¿Se pasaron 1 hora 45 estaqueadas? ¿O tenían una intuición mágica que las hacía salir instantes antes de nuestra llegada?

Volviendo al tema, hoy sólo me voy a LA tía de todos los sobrinos. Sin desmerecer a la tía Estela -que nos hace extrañar sus comidas cada vez que probamos alguna de sus comidas características y las comparamos con las de ella- ni a todas las demás.
Pero hoy le toca a la tía/mamá, la que nos compraba la revista Genios y la mandaba a Concepción todas las semanas; infaltable en todos los cumpleaños  que nos llevaba a lo del Ruso a comprar caramelos. La que nos tenía expectantes con sus cuentos inventados en el momento y a la marcha de lo que nos contaba, y que variaban si nosotros le pedíamos algún cambio de dirección en el nudo o en el final y ella soltaba su imaginación hasta que de repente ya era el otro día, y ella misma nos daba el desayuno con galleta suiza fresca, algún dulce casero y nos preparaba la leche generalmente muy caliente, mientras la abuela leía el diario. Casi siempre escuchaba la parte de los comentarios sobre los aparecidos en los fúnebres, costumbre no muy grata hoy apropiada por papá. Debe haber sido que a la hora que nos levantábamos, ya estaban en el final de la lectura.
A media mañana, cuando el sol empezaba tímidamente a hacerse sentir, los días fríos como hoy,  íbamos a la plaza o al parque. Allá donde hay estatuas de perros y, Martín se paraba en el área, esperaba mi centro desde la izquierda, y la tía agazapada bajo los 3 palos que en realidad eran adoquines o nuestros buzos.
Sí, ¡Envidienme señores!. Yo tengo una tía que juega de arquero, de 9 o de wing derecho según la circunstancia lo amerite y el planteo del equipo lo necesite.
Hoy es el cumpleaños de esa jugadora de toda la cancha, los cuentos que ella empezó a contarnos a cada sobrino, hoy tienen dieciséis nudos diferentes, pero todos la tienen a ella bien cerca de protagonista.
Felíz cumple tía! 
Vos que sos buena...¿Me contás un cuento de un chico que estudia arquitectura?