jueves, 22 de mayo de 2014

Las cosas importantes

El domingo, horas antes del partido, Martín recordaba cuando mi viejo nos retaba, o corregía, porque rezábamos por River. Convengamos que por esos años en que festejábamos a menudo y ya nos parecía hasta aburrido ir a la plaza, el tema era un tanto banal para pedirle a los santos, hay que reconocerlo.
Pero pensándolo diez o doce años más tarde, con una ausencia importante de campeonatos y sobre todo de domingos de misa, se me ocurren un par de cosas respecto al "¡Pero, herrrmano! No se le pide a Dios por esas cosas" que nos largaba el Vasco en esas casi tres cuadras que nos separaban desde Santa Teresita hasta casa.
La primera: ¿Habrá tenido algo que ver en esta sequía y los malos momentos que pasamos, el haber dejado de pedir por River? De ser así, papá, sos tan responsable como Aguilar y Passarella...
La Segunda: ¿Será un castigo por haberle escapado a las misas una vez tomada la 'Confirmación' y volver sólo para ocasiones especiales -léase casamiento; bautismos; misas de 15;etc-? Si fuese por esta razón, me responsabilizo en cierta medida, pero les otorgo más culpa a algunas personas que hicieron que me alejara de la iglesia, y más que nada al horario: SÁBADO 10 AM; huía aliviado y apurado, pues minutos más tarde salía para el club que teníamos partido.
Tercera: ¿Realmente papá creía que no era un tema como para pedir? ¿O sólo intentaba inculcarnos que hay cosas más importantes que el fútbol, pero en el fondo el también deseaba lo mismo que nosotros? Sabemos que es así, pero no me vas a negar que un triunfo no te cambia el ánimo en esos domingos de tardecita que son la personificación de la tristeza, o incluso te hacen arrancar y transitar la semana de una manera diferente. Y una derrota todo lo contrario. Acentúa la sensación nostálgica de esos domingos y el lunes no tenés ni ganas de hablar, leer, escuchar ni ver nada relacionado al fútbol.
Cuarta, y la más importante: ¿Qué es peor? ¿Molestar a Dios con un pedido de ese estilo, o tener a un nene de nueve meses si cambiarlo durante sesenta minutos por cábala, en la habitación de arriba, con el calor de un 19 de Diciembre? En este caso, ¿la culpa es de Esteban, que tuvo que hacer sus necesidades minutos después que Pereyra cabeceaba para darnos el primer gol que nos encaminaba al campeonato, contra San Lorenzo? Pudo haberlo cambiado en el entretiempo, sí, pero no lo hizo, y al inicio del segundo tiempo, Saviola metía el 2-0 de penal y era goleador del torneo.... Creer o reventar. Al final nos empató Romeo, pero ya poco importaba, y nos fuimos a la plaza a festejar, otra vez campeones y le cortábamos el tricampeonato a los bosteros (previamente Esteban fue higienizado).
¿Es más ilógico ese pedido insignificante basado en la fe y la esperanza de sentirse escuchado, que pasarse casi todo un partido encerrado en el baño, sin moverse, con la radio a pilas pegada al oído, porque a casi 400 km de distancia a Cambiasso se le ocurrió empujarla al gol justo en ese momento y después apareció el Chacho y, ya llegando a la culminación del partido, la eternamente recordada vaselina de Rojas, y vos seguías ahí sentado? ¿O no despegarse del televisor mientras el Bambino Pons te contaba -y cantaba- lo que pasaba en la cancha y vos sólo veías lo que cientos de monos hacían en la tribuna, porque hubo gol de River y "No te vayas a mover de ahí. CÁBALA"?
Entonces, más de una década después y repasando todo lo acontecido, llego a dos conclusiones: una, que con Martín no estábamos equivocados, que no cometíamos ningún pecado haciendo esa oratoria, repitiéndola cada domingo aunque papá ya nos había advertido que a Dios se le pedía por cosas más importante como la salud, que los familiares anden bien y esas cosas que ya todos sabemos. La otra, que la Marga, gracias a su agnosticismo religioso y futbolístico, es totalmente inocente de todo esto.
Retomando lo anterior, en gran parte, lo que estábamos pidiendo era FELICIDAD, ¿no? Así que más que correcto lo nuestro, Martín, quedate tranquilo...
En síntesis, todas estas líneas son para tratar de justificar algo que para muchos no tiene justificación y para otros no tiene sentido; para nosotros sí.
Hace rato que no voy a misa a rezar por River ni por cosas importantes, pero los familiares andan bien, y salud....¡SALUD CAMPEÓN!



1 comentario:

Sabina dijo...

Jodeme que dejaron a Esteban cagado todo ese rato por cábala.
¡Y aún así Esteban es de River!
Increíble.