domingo, 22 de marzo de 2020

CUARENTENA TOTAL [Día 3] Juegos que vendrían bien para este momento...


|HOY|
***SCALEXTRIC***

Fin de semana. Lluvia. La habitación en su debido desorden. Varios años atrás. Probablemente telonero de la siesta, la atrapante voz de Apo, contando algún cuento de Fontanarrosa o el gordo Soriano, o hablando con algún jugador de los '60 comentando hazañas que lejos estaban de interesarnos. Todo eso si era sábado. Sino, si era domingo, Eladia Blazquez avisando que era Domingo y por lo tanto no hay trabajo en la apertura del "gran domingo de Continental", con el Turco Wehbe empezando la transmisión dando la formación de cada equipo con la característica inusual de anteponer al jugador nombrado, el dorsal y su ciudad natal "con la número 11, de Villa Constitución, provincia de Santa Fe, Sergio Ángel Berti" marcando con una mínima pausa cada palabra y haciendo mucho énfasis el segundo nombre. Y por ahí algún revoleo de cabeza al escuchar, al pasar que se nombre, aunque sea, alguna ciudad de Entre Ríos.
Pero nuestra atención, la de Martin y la mía, estaba totalmente enfocada en esas piezas con rieles rectos, circulares, o cruzados, que conformaban la pista uniéndose en cada extremo con otra pieza a través de unas conexiones metálicas dobles 'macho y hembra', que mucho después entendería la lógica.
Se ponía en juego toda la imaginación para el diseño de la pista que más tarde sería motivo de pelea.
Martín, como hermano más grande y futuro ingeniero tenía generalmente la última palabra -y la primera y todas las del medio también- a la hora del diseño, curvas, contracurvas y ubicaciones de los puentes de la pista.
La parte más difícil, y por ende la más interesante, antes de jugar, era el acondicionamiento de los autos.
Eran dos, uno rojo y uno amarillo, y la puesta a punto de estos constaba en verificar que la escobilla metálica que corría entremedio de los rieles, tenga la medida justo y no esté con los pelos abiertos. En ese caso había que trenzarlos y probar si se generaba el contacto necesario para que el autito avance al presionar el control. Si esto no sucedía había que cambiar la escobilla, esta parte de mecánica había sido ya explicada por el ingeniero en boxes, el Vasco. Entonces procedíamos a abrir la caja de herramientas, buscar un destornillador y realizar el cambio. Eso fue, hasta el día de hoy, lo más cercano al conocimiento de un auto que he estado. O sea conocimiento nulo.
Todo listo. Había que fijar a cuántas vueltas era la carrera y, aunque parezca una nimiedad, saber cuánto presionar para que el auto no despiste. Si apretabas mucho el mando en cualquier curva o los cruces en X el auto saldría despedido y la derrota sería inevitable. Esas eran complicadas.... las cruces en X para cambiarse de carril. Pero tampoco se podía soltar mucho para que el otro no se te escape. Era un verdadero arte del manejo de la ansiedad. Todo terminaba, con la correspondiente burla del ganador, insultos del perdedor, golpes y gritos de ambos, y el revoleo de alguna pieza de la pista que había sido finamente diagramada, ya no importaba, las condiciones no estaban dadas para la reanudación de la carrera. Como resultado de todo el show vendrían los retos de parte de las autoridades, incrementándose cuando vieran que en el apuro por empezar la carrera habíamos dejado la caja de herramientas abierta y todo desparramado alrededor.
Hoy no llueve pero estamos en aislamiento y qué oportuno sería tener un Scalextric para armar; al menos ahora con conocimiento de arquitectura, le pelearía un poco en el diseño de la pista. Lo más difícil seguramente sea controlar la ansiedad y que el autito amarillo, o el rojo, el que tocara, salga despedido y arrastre de costado hasta pegar en el zócalo cerámico.


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