|HOY|
***SCALEXTRIC***
Fin de semana. Lluvia. La habitación en
su debido desorden. Varios años atrás. Probablemente telonero de la siesta, la
atrapante voz de Apo, contando algún cuento de Fontanarrosa o el gordo Soriano,
o hablando con algún jugador de los '60 comentando hazañas que lejos estaban de
interesarnos. Todo eso si era sábado. Sino, si era domingo, Eladia Blazquez
avisando que era Domingo y por lo tanto no hay trabajo en la apertura del
"gran domingo de Continental", con el Turco Wehbe empezando la
transmisión dando la formación de cada equipo con la característica inusual de
anteponer al jugador nombrado, el dorsal y su ciudad natal "con la número
11, de Villa Constitución, provincia de Santa Fe, Sergio Ángel Berti"
marcando con una mínima pausa cada palabra y haciendo mucho énfasis el segundo
nombre. Y por ahí algún revoleo de cabeza al escuchar, al pasar que se nombre,
aunque sea, alguna ciudad de Entre Ríos.
Pero nuestra atención, la de Martin y la
mía, estaba totalmente enfocada en esas piezas con rieles rectos, circulares, o
cruzados, que conformaban la pista uniéndose en cada extremo con otra pieza a
través de unas conexiones metálicas dobles 'macho y hembra', que mucho después
entendería la lógica.
Se ponía en juego toda la imaginación
para el diseño de la pista que más tarde sería motivo de pelea.
Martín, como hermano más grande y futuro
ingeniero tenía generalmente la última palabra -y la primera y todas las del
medio también- a la hora del diseño, curvas, contracurvas y ubicaciones de los
puentes de la pista.
La parte más difícil, y por ende la más
interesante, antes de jugar, era el acondicionamiento de los autos.
Eran dos, uno rojo y uno amarillo, y la
puesta a punto de estos constaba en verificar que la escobilla metálica que
corría entremedio de los rieles, tenga la medida justo y no esté con los pelos
abiertos. En ese caso había que trenzarlos y probar si se generaba el contacto
necesario para que el autito avance al presionar el control. Si esto no sucedía
había que cambiar la escobilla, esta parte de mecánica había sido ya explicada
por el ingeniero en boxes, el Vasco. Entonces procedíamos a abrir la caja de
herramientas, buscar un destornillador y realizar el cambio. Eso fue, hasta el
día de hoy, lo más cercano al conocimiento de un auto que he estado. O sea
conocimiento nulo.
Todo listo. Había que fijar a cuántas
vueltas era la carrera y, aunque parezca una nimiedad, saber cuánto presionar
para que el auto no despiste. Si apretabas mucho el mando en cualquier curva o
los cruces en X el auto saldría despedido y la derrota sería inevitable. Esas
eran complicadas.... las cruces en X para cambiarse de carril. Pero tampoco se
podía soltar mucho para que el otro no se te escape. Era un verdadero arte del
manejo de la ansiedad. Todo terminaba, con la correspondiente burla del
ganador, insultos del perdedor, golpes y gritos de ambos, y el revoleo de
alguna pieza de la pista que había sido finamente diagramada, ya no importaba,
las condiciones no estaban dadas para la reanudación de la carrera. Como
resultado de todo el show vendrían los retos de parte de las autoridades,
incrementándose cuando vieran que en el apuro por empezar la carrera habíamos
dejado la caja de herramientas abierta y todo desparramado alrededor.
Hoy no llueve pero estamos en
aislamiento y qué oportuno sería tener un Scalextric para armar; al menos ahora
con conocimiento de arquitectura, le pelearía un poco en el diseño de la pista.
Lo más difícil seguramente sea controlar la ansiedad y que el autito amarillo,
o el rojo, el que tocara, salga despedido y arrastre de costado hasta pegar en
el zócalo cerámico.
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